26 mayo, 2015

Nothomb, Scorsese y el bonsai

"...Pasé por delante de un cine en el que se proyectaba La invención de Hugo, de Scorsese. El horario me venía bien. Compré una entrada y me puse en la cola con Swift, mi bonsai que agonizaba.
La gente me miraba moviendo la cabeza. Me instalé en la sala. Sobre mis rodillas, Swift parecía a punto de exhalar su último suspiro.
Apenas me atrevía a pensar en los tormentos que le habíamos infligido durante su crecimiento para obligarle a ser un bonsai. Sentir aprecio por una especie sometida a tantos suplicios dice mucho sobre nuestro sadismo.

Empezó la película. La primera parte me interesó más bien poco y sentí la tentación de quedarme dormida. Pero la segunda parte me entusiasmó hasta lo más profundo de mi ser y despertó en mí emociones selenitas. La figura de Mélies me reconcilió con la conquista del espacio y salí de la sala exultante. Entre mis brazos, Swift permanecía en un meditativo silencio.

Al llegar a casa, deposité mi planta de compañía cerca de la cafetera y seguí con mi vida. Al día siguiente, el bonsai había resucitado. Sólo que ya no era un bonsai. Sigue teniendo el cuerpo enclenque, pero desde entonces produce unas hojas tan grandes como las de un baobab. Scorsese lo liberó de su hechizo de pequeñez."



(Fragmento de "La nostalgia feliz", último libro de Amélie Nothomb
Una amiga del barrio)

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