15 mayo, 2017

Sepan disculpar


No nos quedamos sin temas, sin ganas, sin motivos.
De hecho, quisiera terminar la carta prometida para el Señor Clooney, contarles 10 buenas razones para ver una película que lo tiene como protagonista en Hawaii, recomendarles otra joyita de los hermanos Duplass, quiero que se enamoren como yo de Luke Evans, que se animen a visitar nuevos lugares y redescubran otros...
Pero llegó el otoño.
Y nada más importa.
O casi nada.
El blog sabe cómo sentimos y vibramos en esta estación.
Y por eso entiende de mis tiempos otoñales. 
No me presiona ni me apura.
Me deja disfrutar mi estación favorita.
Es tan generoso que da un paso al costado y me espera.
En otoño hibernamos.
La frecuencia blogger se cae como las hojas de los árboles.
Nos ponemos en pausa sin culpa y disfrutamos.
No somos ardillas, pero parecemos.
Estamos provistos de cosas buenas, que nos hacen bien a la panza y al corazón.
Queremos saborear el cambio de estación y después contarles qué cosas nos inspiraron.
Ya lo dije alguna vez pero vale la pena repetirlo: otoño, estoy enamorada.
Y ese amor otoñal me despeina y me desordena los días de publicación. 
Quizá, encuentren posteos en días atípicos. O no.
El amor nos altera las publicaciones.
Sepan disculpar.
El blog no cierra, sólo tiene las persianas un tanto bajas durante unas semanas y nosotros tomamos el solcito tibio que cura todo.
Gracias por esperar.
Los dejo con mi chico otoñal favorito.


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